Noticiario del Grupo Cicloturista G.A. “Los del
pabellón”. Dirección y
Redacción: © Alfonso Santamaría
Diez 2018
EL BUTANO
(A la memoria de Isidro
Gregorio Martín (+)
IsIsidro en plena ascensión a “Los Pinos”.(Fotografía enviada por su hermano Jose al Travi).
El pasado 8 de marzo falleció, Isidro Gregorio
Martín, tras no poder superar un cáncer de pulmón. Doloroso final para un deportista
íntegro que supo hacer amigos dentro y fuera del pelotón. Un currante que se
despertó simpatía tanto cuando montaba en bicicleta, como cuando repartía las
bombonas de butano. Le tenía aprecio mucha gente, prueba de ello fue la masiva
asistencia al Tanatorio, y a su funeral en la iglesia de San José, donde hasta
el Cuerpo de Bomberos tuvo representación, y acudió el Presidente de la
Federación Palentina de Ciclismo.
Recuerdo la última vez que encontré a Isidro con
su mujer, hace unos cuatro meses, y como no sabía nada de su enfermedad le tomé
el pelo con lo bien que le encontraba, siempre en forma, y lo escacharrado que
estaba yo después de haber sufrido un accidente con la bicicleta. Me dejó
perplejo cuando me dijo estas palabras: “Mira
Alfonso, a ti te lo puedo decir que eres amigo, aunque ya no me importa que se
sepa. Tengo cáncer de pulmón, después de no haber fumado en mi vida”. Aquello
me impactó, y también a Paco “El
Lehendakari”, y a Paco “El Pretor”, que
estaban conmigo. Nos quedamos sorprendidos y preocupados, porque pensábamos en
la injusticia de la vida, que sin llevar un año de jubilado y cuando más tiempo
dedicaba a su pasión, le sobreviene esta enfermedad que terminó siendo mortal.
Al mes de ver a Isidro me volví a encontrar con su
señora, y la pregunté por su marido. Me dijo que estaba en el Hospital que le
estaban dando la primera quimio, pero que estaba contento porque lo habían
cogido a tiempo, y lo tenía localizado, y le habían dicho que podría andar unos
30 Kms. en bici de forma suave.
Unos meses después corrió el rumor de que Isidro había
empeorado, y más tarde de que estaba muy mal, y que le habían trasladado al
Clínico a Valladolid. Pero la prudencia se mantuvo y nadie dijo nada en el
WhastsApp del Pabellón. A primeros de febrero tuvimos la confirmación de su
hermano Jose, pero de nuevo la prudencia imperó de forma confidencial entre los
más allegados. Su muerte era ya una muerte esperada, pero parece que Isidro se
resistía a abandonar este mundo, hasta que a través de su hermano, y en
comunicación con el Travi, conocimos la triste noticia, el día 8 de marzo, que
fallecía, qué pena, con 66 años, cumplidos en enero.
Se ha ido una gran persona, y su muerte ha sido muy
sentida por todos aquellos que le conocimos y tratamos deportivamente, o
profesionalmente. Isidro era especial, atraía por su simpatía, por su
espontaneidad por su jerga inconfundible, y sus chascarrillos. Por ser capaz de
arrastrar sin inmutarse al pelotón, y no necesitar ni exigir relevo. A nadie
dejaba Isidro indiferente daba espectáculo montado en la bicicleta, ponía
muchas ganas, daba la cara, ayudaba. No presumía de sus facultades, y muchas
veces ayudó a mucha gente, la rescató y la empujó y la aproximó al pelotón. A
mí muchas veces me ofreció su rueda. Me encantaba escuchar sus chascarrillos, y
como Paco El Lehendakari, Isidro daba otro aire a las marchas.
Cuando
repartía el butano era el mismo Isidro que el de la bicicleta, con su alegría
perpetua, parecía que no le pesaban las bombonas, ni su carga, descarga y
reparto. Laboralmente Isidro tuvo sus mejores años cuando estuvo a cargo de la
Planta de Butano de la Avda. de Asturias, hasta que la cerraron, y tuvo que
coger el camión y hacer el reparto a domicilio.
Isidro se hizo un currículo distinguido en el
mundo del pedal, gracias a ser una persona sacrificada en los entrenamientos, y
cuidarse mucho, sin excesos, no se le veía por los bares, nada más que cuando
entraba a dejar una bombona. Y hablando de bombonas tengo muchas referencias de
que Isidro era especial en su trabajo, atendía muy bien a su parroquia, y me
enteré de que cuando se jubiló lo echaron de menos, porque faltaban sus
atenciones, sus detalles; y el reparto ya no era igual, faltaba su personalidad,
su desparpajo, su simpatía, y su amabilidad.
Formó parte del equipo de Automóviles Chema, y
allí comenzó su progresión y andar los
fines de semana, para ponerse en manos de Paco El Lehendakari, que era el líder
del equipo, y les llevaba por el Cerrato, volviendo siempre tarde, por lo que
Isidro no llegaba nunca a casa a la hora de la paella, pero al domingo
siguiente volvía, y le ocurría lo mismo. Con Paco subió muchas veces los Lagos
de Covadonga, y otros puertos, cuando ambos eran de otra pasta y destacaban en
el equipo de Automóviles Chema.
Cuando desapareció el equipo de Chema, Isidro se
fue a la iglesia de San José, y formó parte del equipo del Moviline, UNITEC, una
escuadra de antiguos componentes del equipo de Chema, en la que Vallejera,
Eugenio, Nacho, El Farma, Miguel, Isaac, … eran los habituales de las marchas.
Isidro fue progresando a base de dedicar más tiempo a la bicicleta, y comenzar
a practicar el rodillo en casa. Se pasó después al Grupo de los del Morro,
hasta que decidió venirse con nuestro Grupo de Amigos Los del Pabellón, porque estaba
cansado de batallas, y sabía que aquí había otro ambiente. Le bauticé como El
Butano, y decidió lucir nuestra ropa, y participar en muchas marchas, y en casi
todas, a pesar de su superioridad, se amoldó al Grupo. Otras veces se dejaba
llevar por los impulsos de otras ruedas, y preparaba el desaguisado, pero luego
se disculpaba. Cuando iba relajado era un placer ir con él porque soltaba
graciosos chascarrillos, no paraba de hablar, no callaba, y muchas veces le
decía yo: “Pero Isidro si llevas la radio
puesta”. Hay muchas anécdotas de Isidro entre ellas cuando se ponía a
cantar con El Travi cuando el Grupo iba relajado.
Estaba siempre en forma, gracias a su sacrificio,
porque había que tener ganas después de una mañana dura de trabajo, salir a dar
pedales por las tardes. Por las tardes salía en solitario, se hacía su
recorrido y era los fines de semana cuando contactaba con nosotros, o con los
del Morro. Recuerdo que disfrutó mucho en una Marcha Extraordinaria por el
norte palentino, creo que solo participó en una, porque siempre estaba
pendiente de su señora y de sus hijas, y prefería dedicarlas su tiempo.
Cuando se jubiló dedicó las mañanas a entrenar en
bici, y contactaba con los grupos de jubilados, pero me dijo que prefería la
independencia y hacer sus recorridos y limitarse a sus horarios. Salía mucho
con Chema y los dos se batían el cobre como dos juveniles, pero eran grandes
amigos.
El día que murió Isidro, Juan Carlos Casado, se
preocupó de que no le faltara una corona de sus amigos ciclistas, y promovió
una colecta para quien quisiera aportarse el dinero. También promovió dedicarle
una Marcha y contactó con su hermano Jose, que le dio toda clase de facilidades,
y el agradecimiento de como se habían portado los amigos ciclistas, en
particular El Travi, agradecimiento también de su señora e hijas. Impresionaba
ver encima del ataúd su casco, una prenda sin publicidad, y su maillot del Grupo
de Amigos “Los del Pabellón”.
Se ha ido todo un ejemplo, en la bici, en el
trabajo, en la vida, descansa en paz, amigo Isidro.
Isidro entre Chema
y el hermano de Chema. (Fotografía enviada por su hermano Jose al Travi).
Montaje
realizado por Juan Carlos Casado Gómez
La Gaceta Pabellonera 2018
© Alfonso
Santamaría Diez 2018
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